"La intolerancia puede
ser definida aproximadamente como la indignación de los hombres que no
tienen opiniones”.
- G. K. Chesterton-
- G. K. Chesterton-
En alguna de las materias de “Hotelería y Turismo” de una de
las menos conocidas universidades de Bogotá, se nos pidió hacer un ensayo sobre
la posición del lector en el siglo XXI. El trabajo sería revisado por los
estudiantes de la facultad de “Filosofía y Letras”. Especialmente por alumnos de esta última
especialidad. Con – a mi criterio- conocimientos relativamente amplios sobre
literatura concluí un trabajo decente.
Los trabajos fueron anónimos, pero por una razón no explícita se supo de la autoría de mi ensayo. En la mitad del trabajo aseguré que a mi criterio Miss Agatha Christie superaba en muchos aspectos los relatos que creo Poe (y con los cuales inició el género). Se burlaron de mí al desechar las obras de Chandler y Hammet y ensalzar a George Martin. De igual forma creyeron que mentía -y por consiguiente, que menospreciaba su carrera- al decir que el Ulises de Joyce debe ser evitado por su dificultad (incluso el de Tennyson es complejo), y que Homero no debería ser incluido en los programas escolares. Los niños deberían leer cosas que los emocionen como neófitos en el campo. Cada vez que voy a uno de los grandes centros comerciales de Bogotá encuentro libros con tapas duras, en ellos destacan dragones escupiendo, adolescentes antropomórficos, rebeldes y enamorados. Me gustan esos libros ¿por qué no? “Sólo lo difícil es estimulante” me dijeron, citando a Lezama Lima. Por preferir a Rowling que cualquiera de las tragedias de Esquilo, por defender a Benedetti (cuyos aforismos me emocionan), por gustar de “Cien años de Soledad” (que en la facultad de Letras es abiertamente criticado), por odiar la prosa de Andrés Caicedo, por haber abandonado la lectura de “La Vorágine” al parecerme soporífero y sobre todo por amar la obra de Fernando Vallejo.
Los alumnos de aquella facultad son tontos, intolerantes, pseudo intelectuales en progreso. Su definición de literatura no está por encima de la mía. Mi amor a los libros, su amor a las letras. ¿Nuestro odio a los números?
Al terminar estas líneas continuaré con mi lectura de King, que por ser aficionado a sus novelas (y no, por ejemplo, a las de Dostoyevski) no se me considere ignorante. Por favor, lean a Chesterton.
Los trabajos fueron anónimos, pero por una razón no explícita se supo de la autoría de mi ensayo. En la mitad del trabajo aseguré que a mi criterio Miss Agatha Christie superaba en muchos aspectos los relatos que creo Poe (y con los cuales inició el género). Se burlaron de mí al desechar las obras de Chandler y Hammet y ensalzar a George Martin. De igual forma creyeron que mentía -y por consiguiente, que menospreciaba su carrera- al decir que el Ulises de Joyce debe ser evitado por su dificultad (incluso el de Tennyson es complejo), y que Homero no debería ser incluido en los programas escolares. Los niños deberían leer cosas que los emocionen como neófitos en el campo. Cada vez que voy a uno de los grandes centros comerciales de Bogotá encuentro libros con tapas duras, en ellos destacan dragones escupiendo, adolescentes antropomórficos, rebeldes y enamorados. Me gustan esos libros ¿por qué no? “Sólo lo difícil es estimulante” me dijeron, citando a Lezama Lima. Por preferir a Rowling que cualquiera de las tragedias de Esquilo, por defender a Benedetti (cuyos aforismos me emocionan), por gustar de “Cien años de Soledad” (que en la facultad de Letras es abiertamente criticado), por odiar la prosa de Andrés Caicedo, por haber abandonado la lectura de “La Vorágine” al parecerme soporífero y sobre todo por amar la obra de Fernando Vallejo.
Los alumnos de aquella facultad son tontos, intolerantes, pseudo intelectuales en progreso. Su definición de literatura no está por encima de la mía. Mi amor a los libros, su amor a las letras. ¿Nuestro odio a los números?
Al terminar estas líneas continuaré con mi lectura de King, que por ser aficionado a sus novelas (y no, por ejemplo, a las de Dostoyevski) no se me considere ignorante. Por favor, lean a Chesterton.